jueves, 28 de octubre de 2010

Jaime I, el 9 de Octubre y los agujeros negros

Archivo:Bandera de la Comunidad Valenciana (2x3).svgEl 9 de Octubre es el día de la Comunidad Valenciana; se conmemora la entrada de Jaime I el Conquistador en la ciudad de Valencia, allá por el año 1238.

Podría haberse elegido el día en el que conquistó cualquiera de las primeras fortalezas en su camino desde Aragón y Cataluña, como pudiera ser Morella, seis años antes; pero aquí, en la Comunidad Valenciana, los años que van desde 1232 hasta 1238 no entran dentro de la Historia de verdad. Digamos que es una historia menor, en minúsculas.

Igual que se celebra el día de la Comunidad Valenciana para conmemorar la entrada de Jaime I en la ciudad de Valencia (y no en el territorio de la actual autonomía), también somos la única comunidad autónoma multiprovincial que toma el nombre de la que en su día fue capital del Reino (del Reino de Valencia, por supuesto), quedando reducido de esa forma cualquier atisbo de identidad diferenciadora de las otras dos provincias.

Podría pensarse que este universalismo valenciano (de Valencia) tiene algún otro origen histórico indiscutible e indiscutido, pero lo cierto es que tampoco es así; de hecho, la provincia romana Tarraconensis dividía en dos el actual territorio de la Comunidad Valenciana, y Tortosa fue hasta fechas muy recientes la capital eclesiástica de una buena parte del norte de la comunidad autónoma.

Tan extraña resulta la terminología y la cultura de la Comunidad Valenciana que incluso el idioma que trajeron aquí los repobladores leridanos y gerundenses se ha tenido que denominar valenciano (de Valencia) cuando en realidad su mayor uso se da fuera de la capital de aquel antiguo Reino (el de Valencia), una ciudad más preocupada, al parecer, por ofrendar nuevas glorias a España que por mantener viva una lengua de la cual algunos se han apoderado (o al menos lo intentan) terminológica, gramatical y ortográficamente.

La Diada catalana (el 11 de Septiembre) conmemora la caída de la última ciudad catalana (Barcelona) a manos de las fuerzas leales a Felipe V tras 14 meses de asedio y la consiguiente abolición de los fueros de toda la Corona de Aragón, siendo un símbolo de la resistencia catalana frente a las imposiciones externas; el día de Extremadura (el 8 de Septiembre) se corresponde con el día de su patrona, la Virgen de Guadalupe (cuyo monasterio y origen están en Guadalupe, un pueblo de Cáceres); el día de Cantabria (celebrado cada segundo domingo de Agosto) nació en un municipio de Santander llamado Cabezón de la Sal como un día de exaltación de las costumbres, tradiciones y valores etnográficos de la región; el día de Aragón (el 23 de Abril) se corresponde con el día de su patrón (San Jorge), cuyos orígenes se remontan a la ayuda prestada por dicho santo a Pedro I de Aragón durante la conquista de Huesca en el año 1096; el día de Castilla y León (también el 23 de Abril) se conmemora la caída de Villalar de los Comuneros (en Valladolid) el año 1521, símbolo de la pérdida de la libertad castellana a manos de Carlos I, quien acabó con las Juntas Comuneras; el día de Castilla-La Mancha (el 31 de Mayo) se conmemora el nacimiento de sus cortes autonómicas. Así podríamos continuar con todas y cada una de las comunidades autónomas, donde se conmemoran actos que significaron el principio o el fin de algo que afectó a toda la comunidad autónoma, ocurriera esto en su capital o en cualquier otra población.

La extensión de una celebración eminentemente local (Jaime I no inició la reconquista de la actual Comunidad Valenciana el 9 de Octubre de 1238 ni la acabó cuando entró en Valencia) a la fiesta de toda la comunidad autónoma por el simple hecho de haberse producido el hecho en la capital del antiguo Reino de Valencia nos previene de algo que tal vez pueda ocurrir en el futuro: si alguna vez, en las fotos aéreas de Valencia, aparece algo similar a un agujero negro, que nadie se asuste. Es un ombligo.

jueves, 14 de octubre de 2010

Carta abierta a Díaz Ferrán

Según usted, la única forma de salir de esta crisis es trabajando más y cobrando menos; parece que le ha entrado a usted de repente la vena solidaria, aunque me temo que es sólo eso: una apariencia, un espejismo o un ejercicio de prestidigitación.

Entiendo que no debe ser usted habitual de las manifestaciones (incluso me atrevería a decir que ni tan siquiera de los manifiestos, mucho menos obreros en estos tiempos que las manifestaciones) en defensa de la familia; y me explico.

Si usted quiere que los trabajadores trabajemos más horas (38 le parecen pocas, aunque parece que se le olvida que somos muchos más los que trabajamos, como mínimo, 40 horas semanales) supongo que tendrá prevista la solución a un pequeño inconveniente: meter a nuestros hijos en algún sitio donde suplan la ausencia de sus padres; por supuesto, usted tendrá a sus hijos (si es que los tiene, que ni lo sé ni me importa) recluidos en algún centro privado sin que le molesten lo más mínimo para poder trabajar más. Yo podría hacer lo mismo que usted y dejar que a mis hijos los eduquen otros, los mimen otros y que sean otros los que hablen con ellos sobre lo que les ha pasado durante todo el día; podría hacerlo, pero hay un gran inconveniente: usted también quiere que yo cobre menos, así que no puedo (ni tampoco quiero) permitirme el lujo de pagar un centro privado para recluir a mis hijos.

Personalmente, no me importaría lo más mínimo cambiarle los pañales a mi hijo encima de la mesa de su despacho, pero mucho me temo que su idea tampoco incluye estar acompañado por los hijos durante parte de esa jornada laboral ampliada que usted promueve, ¿verdad?

También quisiera recordarle que yo me he casado (no sé si usted lo está con una persona o con sus negocios, aunque eso a mí ni me va ni me viene) para compartir mi vida; y no me he casado con usted ni con ninguna empresa, sino con mi mujer. Desconozco si tiene usted problemas con las relaciones afectivas o si todo esto viene porque es socio de algún despacho de abogados especialistas en divorcios; pero lo que sí tengo claro es que no va a ser usted ni ningún empresario quien me diga con quién debo compartir mi vida.

Dejando a un lado la conciliación de la vida laboral con la familiar (ahora se estará preguntando usted qué demonios es eso), no estaría mal que recordara a todos esos trabajadores que ha despedido usted mismo de sus empresas; si lo que se necesita para salir de esta crisis es trabajar más, ¿no cree que recurrir a un ERE para echar a casi toda la plantilla es contradictorio con lo que predica? Una de las dos incógnitas de su ecuación (trabajar más) la tendría resuelta hoy si ayer no hubiese tenido la mano tan ágil para firmar los despidos masivos de sus propios trabajadores, puesto que se sobreentiende con sus palabras que hay más trabajo del que pueden asumir los escasos trabajadores que ha dejado en sus empresas. ¿Ha pensado en contratar más trabajadores, señor Díaz Ferrán, en lugar de sobreexplotar a los pocos que aun no ha despedido?

Pero claro, introduce usted la segunda incógnita de la ecuación, que aparentemente le permite jugar con ventaja, puesto que contratando más para trabajar más sólo cuadraría la ecuación cobrando menos; permítame acusarle de hipócrita y cínico, señor Díaz Ferrán, porque está acusando a los trabajadores de ser la causa principal de esta crisis, por ser unos vagos y cobrar demasiado, cuando la principal y casi única causa de esta crisis ha sido la patética y avariciosa gestión del endeudamiento por parte de la banca y de ustedes, los empresarios, que se ven ahora ahogados por los préstamos que firmaron hace unos años y prefieren apuntar con el dedo a los trabajadores.

Esta crisis, señor Díaz Ferrán, tiene como salida una ecuación de dos incógnitas: rendir al 100% y endeudarse menos. Y usted, señor Díaz Ferrán, lo sabe mejor que nadie: su empresa Air Comet multiplicó por más de 5 sus gastos financieros entre 2006 y 2009, sus deudas a largo plazo se multiplicaron por 50 entre 2005 y 2009, sus deudas a corto plazo con las entidades financieras se multiplicaron por 3 entre 2006 y 2009… ¿Se le ha ocurrido a usted comprobar cuánto ha incrementado las remuneraciones de sus trabajadores? Yo se lo recuerdo, señor Díaz Ferrán: entre 2006 y 2009 usted multiplicó por 1,75 los gastos de personal porque contrató a 139 trabajadores más de los 550 que ya tenía en plantilla.

image

Usted puede seguir apuntando con el dedo a donde o a quien quiera, señor Díaz Ferrán; pero apuntar con el dedo hacia el punto equivocado le deja a usted aun más en evidencia de lo que ya lo estaba, porque pasar de los 136.145 € de beneficios en 2005 a los 56 millones de euros de pérdidas en 2009 no se explica acusando a los trabajadores de vagos o de saqueadores de las arcas empresariales.

image

martes, 5 de octubre de 2010

Reforma laboral a la basura

A la basura (o al archivador redondo, como decía mi antiguo jefe) es donde debería ir a parar la última reforma laboral aprobada por el Gobierno.

Los últimos datos de empleo no pueden ser más contradictorios para una reforma laboral cuyo principal objetivo es abaratar los despidos para los trabajadores indefinidos y aminorar así la alta tasa de temporalidad que existe en España; es fácil deducir, por lo tanto, que el Gobierno achacaba a esa ingente cantidad de contratos temporales las desbocadas cifras de paro que hemos visto incrementarse desde hace ya demasiados meses.

Pues bien, parece que el empresariado español es ajeno a cualquier abaratamiento en las indemnizaciones por despido.

De los más de 13.000 contratos de trabajo que se han realizado en Castellón en el mes de Septiembre, casi 11.000 (el 90%) han sido temporales; es decir, que al empresario castellonense le da exactamente igual pagar 45 días de indemnización que 13 (33 días, de los que 20 los paga el FOGASA, es decir, todos nosotros), así que echa mano inmisericordemente de las indemnizaciones de 8 días que les corresponden a los contratados eventualmente.

Si con esta reforma laboral no sólo se siguen manteniendo las altas tasas de temporalidad laboral, sino que incluso se incrementan (como revelan los últimos datos); si con esta reforma laboral, que facilita enormemente a las empresas el despido de sus trabajadores indefinidos (puesto que el de los temporales ya lo tenían fácil), el empresariado sigue a lo suyo y sigue prefiriendo la temporalidad de sus trabajadores; y, en definitiva, si con esta reforma laboral lo que se ha conseguido es quitarles derechos a los trabajadores para dar una satisfacción a las teorías (que no a la práctica, puesto que no la aplican) defendidas por la patronal de Díaz Ferrán y compañía… lo más lógico y consecuente sería retirarla de la circulación y restablecer los derechos que hemos perdido los trabajadores, puesto que el objetivo perseguido por esa reforma parece estar destinado irremisiblemente al más absoluto fracaso.

Y si sigue en pie, ¿nos subirán los sueldos?

Sin embargo, el Gobierno no parece estar por la labor de retirar nada; habrá quien piense que si no lo hace es porque algo bueno ha de tener la reforma, y lo cierto es que es así según las teorías económicas de la patronal (que no las prácticas, puesto que tampoco las aplican).

Cuando se habla de los beneficios del despido libre (y por ese camino va esta reforma laboral), es evidente que esos beneficios también deben afectar al trabajador (a no ser que haya quien piense que el trabajador es tonto por naturaleza); y, efectivamente, así es: al desaparecer las indemnizaciones por despido, el mercado laboral (otra vez los mercados) acabaría por asimilarlas (eso sí, en un futuro incierto e indefinido) y eso haría que el sueldo de los trabajadores acabase engordando en relación a esas desaparecidas indemnizaciones.

Esa es la teoría, pero… ¿y en la práctica? ¿Qué pasaría en la práctica? Pues en la práctica pasaría que el dinero de las indemnizaciones se quedaría en manos de quien ahora debe pagarlas; a ver si ahora vamos a hacer tontos a los empresarios.

De hecho, a los trabajadores contratados temporalmente no se les aplica hoy en día (y los contratos temporales hace mucho tiempo que existen) ningún tipo de suplemento o plus por lo que se ahorra el empresario a la hora de pagarle la indemnización; si se aplicara a la realidad la teoría de la patronal, ese ahorro en la indemnización debería repercutir en favor del trabajador (según las leyes de los consabidos mercados, entre ellos el laboral); pero resulta que la realidad es demasiado tozuda, y la realidad dice que esas teorías patronales son un auténtico timo, porque el trabajador eventual cobra el mismo sueldo base que el indefinido y la indemnización se la ahorra (ahora, hace diez años y dentro de diez años) el empresario.

Total, que si esta reforma laboral sigue en pie tampoco nos subirán los sueldos. Conclusión: reforma laboral a la basura.