lunes, 8 de febrero de 2010

¿Se mueven las baldosas de tu acera?

El pasado viernes cedió una parte del pavimento de la recién remodelada Plaza Fadrell de Castellón (se hizo un boquete en el suelo de unos dos metros de diámetro y unos 50 centímetros de profundidad); no, no cedió ante un golpe virulento ni por un excesivo peso. Cedió al paso de un viandante.

En estos mismos momentos hay cuatro trabajadores del Ayuntamiento reparando el boquete; independientemente del número de operarios necesarios para realizar la reparación (con dos sería más que suficiente, puesto que hay uno mezclando la arena, el cemento y el agua, otro colocando las nuevas bladosas y los otros mirándose entre ellos), en estas épocas de crisis no parece que algunas administraciones públicas estén por la labor ya no sólo de ahorrar en gastos (que también), sino tampoco de hacer las cosas más o menos bien para que no haya que estar haciendo reparaciones cada dos por tres.

Vayamos al origen del problema: tenemos, en general (y no sólo las administraciones públicas) unos oficiales de pacotilla. A pocos oficiales con dos dedos de frente y/o con algo de experiencia se les ocurriría rellenar con 50 centímetros de cemento el firme sobre el que han de sostenerse las baldosas, porque justo esa ha sido la causa de que se produjera el boquete que ahora están reparando.

Primera razón para no hacerlo así: el derroche de dinero público en cemento. Segunda razón para no hacerlo así: el derroche de dinero público en reparaciones contínuas por la deficiente construcción de las aceras. Tercera razón para no hacerlo así: la seguridad de los viandantes.

¿Y cómo habría que hacerlo, se preguntarán algunos? Pues con algo tan simple, tan abundante y tan barato como las piedras.

Introducir piedras entre el cemento ahorra cemento. Introducir piedras entre el cemento evita que se formen burbujas de aire entre el cemento, que son las que han causado ese boquete. E introducir piedras entre el cemento evita que ante el peso de un viandante pueda ceder el piso de las aceras.

El problema es que en ninguna obra de las muchas que se han realizado durante este pasado año con el Plan-E he visto a ningún operario poner piedras entre el cemento. Todas las aceras de Castellón son susceptibles de ceder ante el paso de un viandante cualquiera.

Se compra cemento a mansalva, se mezcla bien y se echa tal cual en las aceras; y con pegarle cuatro golpes con el martillo a las baldosas se acabó el trabajo… hasta que las baldosas empiezan a moverse (porque se forman bolsas de aire en el cemento) y hay que volver a levantar el suelo para cambiarlas por otras nuevas.

Viva la crisis, viva los oficiales de pacotilla y vivan nuestras administraciones públicas.

viernes, 5 de febrero de 2010

No explotarás al jornalero

Retrasar el descanso del trabajador dos años, quitarle en plena crisis 33,33 € de su nómina cada mes, quitárselos también al trabajador que ha decidido iniciar ese descanso o anunciarle que para calcular la pensión que percibirá durante su retrasado descanso se va a tener en cuenta el importe de la nómina que cobraba 25 años antes solicitar la jubilación.

O fue un error el pasaje de la Biblia que eligió Zapatero para leerlo en público en su visita a Estados Unidos (que se inicia con la frase que titula esta entrada) o son un error tras otro las medidas que nuestro Presidente está proponiendo para salir de esta interminable crisis.

Puede entenderse que los privilegiados que aun mantenemos hoy nuestro puesto de trabajo debamos ser solidarios con quienes lo han perdido, así que, aunque a regañadientes, podemos aceptar que los 400 € de menos que pagamos a las arcas públicas los dos últimos años los tengamos que pagar este año para ayudar a cubrir los subsidios por desempleo que, me temo, algún día tendré que cobrar yo también; aunque también entiendo que si yo, mileurista, puedo hacer un esfuerzo de 400 €, también lo podrán hacer los dosmileurista de 800 € al año, los cuatromileuristas de 1.600 € y los controladores aéreos o los futbolistas de un porcentaje similar (por ejemplo, al controlador aéreo que el año pasado cobró 900.000 € le correspondería este año un esfuerzo solidario de 30.000 €). Si hay que hacer un esfuerzo, se hace, pero que todos realicen ese esfuerzo en función de sus posibilidades.

Lo que ya no se entiende tanto es que el esfuerzo lo deban hacer también los trabajadores que han pasado a disfrutar de su merecido descanso tras al menos 15 años durante los cuales ya ejercieron esa solidaridad; y es que un trabajador en activo siempre puede tener la oportunidad de recuperar su poder adquisitivo perdido por una medida como ésta buscando otro trabajo mejor remunerado, pero un pensionista sólo puede esperar que los Presupuestos Generales del Estado le concedan una revalorización acorde al menos con el IPC. Y si esa revalorización se la come el Estado con el IRPF, lo único que le va a quedar al trabajador jubilado es comprobar cómo los ingresos mensuales en su cuenta se han quedado más pequeños que el año pasado.

También puede llegar a entenderse (si se explica debidamente, claro) que se retrase dos años la edad de jubilación ante la creciente descompensación entre el número de trabajadores en activo y el número de trabajadores jubilados (cada vez hay más de estos últimos y menos de los primeros); claro, que la solución a esa descompensación también podría venir por la vía del fomento de la natalidad, algo que evitaría que, dentro de unos años, se proponga un nuevo retraso hasta los 70 años. Y si a la ausencia de explicaciones y a las alternativas que existen a esa medida unimos el hecho de que España no está entre los países con la edad de jubilación más temprana, nos econtramos con una propuesta que parece responder más a un guiño hacia los liberales y siempre críticos poderes económicos europeos y mundiales, que fueron los únicos que aplaudieron la propuesta, que a una medida para garantizar las pensiones futuras.

Y lo que no se entiende nada es la propuesta de aumentar de 15 a 25 los años tenidos en cuenta para el cálculo de las pensiones futuras; si España es uno de los países desarrollados con los salarios más bajos, las pensiones serán, en consecuencia, también de las más bajas. Es toda una incógnita lo que se espera conseguir con una rebaja más al incluir en los cálculos las nóminas de 25 años atrás, aunque la sensación que dan estas propuestas es que se están asumiendo las mismas teorías económicas que se pretenden aplicar en otros países con salarios y pensiones que no tienen nada que ver con las que tenemos los españoles.

Y para finalizar, un último inciso relacionado con nuestro nivel salarial y con el título de esta entrada; para relanzar la sagrada competitividad empresarial española, los siempre ingeniosos gurús liberales proponen, un día sí y el otro también, que nuestros salarios deben bajar hasta un 10%. Curiosas teorías las de estos señores, que sólo saben meter mano al bolsillo de los trabajadores; porque digo yo, que si los trabajadores ya tenemos los salarios por los suelos si los comparamos con otros países desarrollados, las causas de esa supuesta baja competitividad empresarial española habrá que buscarlas en los bolsillos de otros, ¿no creen?